viernes 26 de diciembre de 2025 - Edición Nº2385

Sector Inmobiliario | 23 dic 2025

Oportunidad

El mercado inmobiliario quiere captar U$S24.000 millones del blanqueo

Desde el 1° de enero de 2026 comenzará una nueva etapa para los dólares blanqueados en el último régimen de regularización


Desde el 1° de enero de 2026 comenzará una nueva etapa para los dólares blanqueados en el último régimen de regularización. Con la liberación de los fondos depositados en las Cuentas Especiales de Regularización de Activos (CERA), un volumen estimado entre u$s20.000 y u$s24.000 millones quedará disponible para ser utilizado sin restricciones. Si bien no se espera un impacto inmediato y masivo, distintos especialistas coinciden en que una porción relevante de ese capital podría canalizarse hacia el mercado inmobiliario, en particular en operaciones vinculadas a vivienda.

La clave no está en un “boom” automático de precios, sino en un cambio cualitativo del mercado: mayor volumen de operaciones, más previsibilidad fiscal y decisiones patrimoniales de largo plazo. En ese escenario, el ladrillo vuelve a posicionarse como una alternativa concreta frente a la volatilidad financiera y a la exposición tributaria de otros activos.

Desde una mirada tributaria y patrimonial, Sebastián Domínguez, CEO de SDC Asesores Tributarios, subrayó que la liberación de los fondos depositados en las cuentas CERA no implica, necesariamente, una salida inmediata hacia el consumo o la economía real. Por el contrario, advirtió que el principal error es interpretar la libre disponibilidad como una obligación de gastar.

“El contribuyente va a analizar alternativas. Puede mantener las inversiones, rotarlas dentro del mercado financiero o decidir salir hacia un activo real como el inmueble. Pero no aparece un incentivo para dejar el dinero sin rendimiento”, explicó.

Domínguez señaló que durante más de un año esos fondos permanecieron invertidos o inmovilizados, y que buena parte de ese capital ya estuvo generando rentabilidad. Por eso, el escenario que se abre desde enero obliga a redefinir estrategias, no a desarmarlas de manera automática.

En ese análisis, el mercado inmobiliario aparece como una opción posible, pero condicionada a dos factores centrales:

El avance efectivo de las reformas impositivas en discusión.

El correcto ordenamiento operativo de los fondos.

“El atractivo del ladrillo depende en gran medida de que las exenciones en Ganancias sobre la venta y el alquiler de viviendas queden formalmente aprobadas. Mientras eso no ocurra, existe un riesgo normativo que cada contribuyente debe ponderar”, remarcó.

Desde el punto de vista operativo, Domínguez insistió en la importancia de cumplir correctamente el circuito financiero para evitar costos innecesarios. En caso de liquidar inversiones financieras para comprar un inmueble, el procedimiento implica:

Vender los instrumentos desde la ALyC (Agente de Liquidación y Compensación) donde se encuentren custodiados.

Transferir los fondos a la cuenta CERA bancaria.

Pasarlos luego a una caja de ahorro, en pesos o en dólares.

Evitar el uso de cuentas corrientes, que generan el impuesto al débito y crédito.

“Son detalles que parecen menores, pero que pueden impactar en el resultado final de la operación”, señaló Domínguez.

Humberto Bertazza, consultor impositivo y socio del Estudio Bertazza, Nicolini, Corti y Asociados, coincidió en que no se espera una salida masiva de los dólares del sistema financiero una vez levantadas las restricciones. En su visión, la plata tenderá a permanecer dentro del circuito formal, ya sea en inversiones financieras o en activos reales.

“No aparece razonable pensar que esos fondos vuelvan al colchón. El sistema ofrece alternativas, y el contribuyente busca previsibilidad”, sostuvo.

Bertazza remarcó que el blanqueo permitió regularizar el pasado, pero que ahora el desafío es administrar correctamente el patrimonio en un contexto de posibles cambios impositivos. En ese sentido, destacó que el inmueble conserva ventajas estructurales frente a otros activos.

Entre ellas:

Menor exposición a revalúos fiscales inmediatos.

Tratamiento más estable en Bienes Personales.

Posibilidad de renta con deducción de gastos reales.

Previsibilidad jurídica frente a instrumentos financieros valuados a mercado.

“Aun sin beneficios adicionales, la vivienda ofrece una lógica de resguardo y orden patrimonial que muchos contribuyentes valoran”, añadió Bertazza.

Para Yanina Beade, la decisión que enfrentan los tenedores de dólares regularizados no es exclusivamente inmobiliaria, sino patrimonial y fiscal.

En ese marco, identificó tres caminos posibles:

Primera vivienda: suele ser la opción más sólida. Desde lo tributario, la vivienda única afectada a casa habitación cuenta con beneficios relevantes y no genera impuesto a las Ganancias por renta.

Compra para renta: hoy ofrece rendimientos moderados, pero el escenario puede cambiar de manera significativa si avanza la exención de Ganancias en alquileres. En ese caso, el retorno neto mejora sin necesidad de aumentar alquileres.

Esperar a 2026: puede ser razonable para perfiles más financieros, pero implica asumir riesgos normativos, de mercado y de precios. “El costo de esperar también existe”, advirtió.

Paikin advirtió que “el atractivo de la inversión no está solo en los precios, sino en la trazabilidad fiscal y la previsibilidad que ofrece frente a cambios normativos. Las operaciones con inmuebles deben planificarse cuidadosamente, evaluar cada paso desde la compra hasta el eventual alquiler o venta”.

Beade también alertó sobre errores frecuentes:

Pensar solo en el inmueble y no en el impacto fiscal integral.

Apurarse a mover los fondos sin una estrategia definida.

Perder trazabilidad documental del origen del dinero.

“La liberación de las CERA no garantiza una avalancha de inversiones, pero sí inaugura una etapa de decisiones más libres. El desafío es invertir con planificación y no por impulso”, concluyó.

 

Fuente: Ámbito

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