jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1775

Opiniones | 15 sep 2020

Opinión

Diseñar la nueva realidad

El Politólogo y consultor en asuntos públicos Hernán Maurette habla de como las legislaciones retrasan el ingreso a la nueva modernidad


La rutina es una fuerza inercial que ofrece una agenda predeterminada, impone ciertos planes por sobre las emergencias diarias. Está constituida por una serie de ritos periódicos que ayudan a sobrellevar la vida cotidiana.

El mundo vivía una inercia rutinaria desde hacía décadas, hasta que la pandemia del Covid-19 recluyó a la Humanidad a sus hogares, lo que obligó al mundo analizar una nueva manera de vivir sin desplazarse.

Los parlamentos sufren, en todo el mundo, cuestionamientos de la población. Ocurre que las nuevas tecnologías modificaron la intermediación que justificaba en el pasado la representación política. De allí que los legisladores traten de justificar su existencia. En la Argentina, en plena cuarentena, el Congreso decidió regular el teletrabajo a partir de categorías socioeconómicas del siglo pasado. Como resultado se emitió una mala señal al empresariado, en plena crisis económica, que solamente logrará espantar a los inversores que analicen emplear a los miles de argentinos que hoy cobran algún tipo de asistencia social.

Ahora también la Inspección General de Justicia dispuso la disolución y liquidación de una empresa de asociación colaborativa, Remax, del rubro inmobiliario. Como antes se había hecho con Uber. Se analiza la economía con categorías del siglo XX, cuando no del XIX. Como las criptomonedas o las fintechs, que conviven con paquidérmicas entidades bancarias.

El debate público cae en el abismo de la grieta y pierde la perspectiva histórica y cultural. Los dirigentes miran las encuestas y corren detrás de los deseos y aspiraciones expresados por la población en lugar de señalar el camino a seguir. Pero la sociedad perdió el rumbo.

La profusión legislativa no tiene ninguna relación con los cambios de fondo que se producen a diario; responden a los títulos, no al cambio de época. Hay una innumerable cantidad de asuntos que merecen ser estudiados, comprendidos y luego regulados.

Por ejemplo, hay nuevas modas alimenticias que rechazan a la producción de nuestras tierra: la carne, los lácteos, la harina, el azúcar, etc. El Estado no puede ser una mera espectadora de ese fenómeno: si es veneno, se prohíbe; si son productos sanos, se promueven y, en cualquier caso, se educa.

La ruralidad necesita tratar la cuestión de la movilidad aérea porque la seguridad, algunas cuestiones productivas y el abastecimiento, podría ser resuelto por la vía de los drones.

Asimismo, el poder político también responde a un formato inspirado en los tiempos de la Organización Nacional. Seguimos hablando de las provincias, como las partes constituyentes de la Nación, cuando las ciudades abrigan al 97 por ciento de la población. Además, en la provincia de Buenos Aires no tienen aún régimen de autonomía y la elección de autoridades mezcla a los candidatos para el ejecutivo y legislativo provincial en una misma boleta. Mientras, un nuevo formato decisional soportado en los nuevos medios impone decisiones fundamentales; una democracia plebiscitaria desplaza al régimen republicano.

Lo urgente se lleva puesto a lo importante. Mientras la Humanidad asoma a las nuevas fronteras oceánica y espacial, los debates sociales se dispersan en nimiedades.

Urge analizar estas grandes cuestiones y adecuar la organización social a esta nueva realidad.

Fuente: La Nación

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